Reflexiones en torno a el encuentro que mantuvimos con Martín Correa
-entre comillas fragmentos de textos de Martín-
«En ocasiones, las propias instituciones y estructuras dedicadas al cuidado de la salud mental terminan transformándose en generadoras de sufrimiento»
» Contextos de posibilidades, espacios generadores de nuevas circunstancias emancipadoras, espacios físicos y/o simbólicos de reflexión y análisis conjunto en los cuales no existe un objetivo de adaptarse al entorno sino el de intentar transformarlo pra hacerlo mas vivible, amable, de alguna manera mas propio y de todos»
» No se trata aqui de defender el saber profano de la subjetividad afectada como el verdadero itinerario de sanación, nada más lejos, sino plantear el hecho de que es en la relación entre sujetos en principio externos a esa locura, o al menos externo al diagnóstico, y sujetos inmersos en ella e inmersos en las consecuencias sociales que se materializan en su entorno a partir de ella, que puede surgir un tipo de transformación real.»
¿Quién soy yo?
Texto de Mauricio – Rara troupe-
Una pregunta muy fácil de realizar a uno mismo pero muy difícil de responder.
¿Sabemos realmente quien somos?
Todos tenemos una idea que no una imagen de uno mismo, nada fácil de concretar.
Según en la etapa de la vida en que nos encontremos, estado de ánimo, circunstancias familiares, laborales, entorno incluso geográfico en que nos hagamos esa pregunta, esa idea sería muy diferente y probablemente todas o ninguna fueran verdad.
Considero que nunca estamos dispuestos a escudriñar en nuestro interior porque seguro que nos llevaríamos muchas sorpresas y a lo mejor nada agradables.
Tampoco nos gustaría oír lo que de nosotros piensan o perciben los que nos rodean porque lo más probable es que no estuviéramos conformes con su opinión y, salvo que halagara nuestros oídos, no nos veríamos reflejados en ella.
Solo los niños y los que tienen diagnosticada alguna diferencia que no deficiencia, en el modo de responder su cerebro a determinados estímulos, suelen decir siempre la verdad, pues la “cordura” según los baremos que se establecen, en muchas ocasiones por personas que carecen de ella, marcan de tal modo nuestra forma de vivir que nos descolocan totalmente y cada vez es más delgada la línea que separa lo que entendemos por cordura de la locura.
Pienso que cualquier ser humano puede ser aclamado como un héroe u odiado por todos como un execrable criminal, dependiendo solamente de su actuación en un instante en el que ni siquiera uno mismo sabe cómo se ha producido y no está en sus manos el control de decidir.
A lo largo de la historia ha habido muchos casos, tanto de héroes como de villanos, que según fueran de la facción vencedora o de la vencida serían considerados el no va más del valor, inteligencia y cordura o en el caso contrario locos de atar. En el “poder” siempre ha habido “iluminados” que se creían con toda la autoridad para disponer de la vida y hacienda de todos los demás sin importarles el precio a pagar siempre y cuando no fuera de su peculio particular.
Todo esto lo relaciono con la situación vivida por personas diagnosticadas por “especialistas cualificados” por la “ciencia oficial” que menosprecia los saberes sobrevenidos de la experiencia, (¿saberes profanos?) y que hace que esas personas se sientan rechazadas por la sociedad (me gustaría saber que poder tiene esa sociedad para decidir quién es válido o no) cuando hay tanta injusticia en el comportamiento humano al juzgar a los demás.
Resumiendo nadie tiene que dejarse amilanar por su diagnóstico y luchar por defender su diferencia, procurando siempre mantener el principio de que mi libertad termina donde empieza la libertad del otro, pues en caso contrario formaríamos parte de aquellos a los que no nos gustaría tener a nuestro lado.
Para finalizar, extrapolando la frase “¿Quién juzga al juez?”, podríamos decir sin duda alguna “¿Quién psicoanaliza al Psiquiatra?” que puede estigmatizar de por vida a cualquier persona que solo tiene como diferencia el usar su mente de manera no aceptada por la mayoría pero que, de ningún modo, le invalida para poder desenvolverse entre los demás.